La alegría está agazapada a mis movimientos, a mis caricias, a todo.
Engendro pedazos de palabras del corazón. Ese sueño que una vez tuve, que
después me ilusionaba al pensar en tenerlo físicamente, ¡ahora es mío! Desde la
punta de su esencia hasta la punta de mi lengua y mucho más adentro.
Me hace sentir una vergüenza desinhibida.
Después de charlar con espíritus y regalarme felicidad, mi alma tuvo
relaciones introsexuales con todo lo que se me cruzó.
El Pai Ogún aparenta ser una excelente persona, lo pude ver en sus ojos.
Yo iba entremezclando alegría con adrenalina en mi piel, que luego se
lo entregaría a otra persona.
Locura integrada hacia fuera.
Me gusta, me tiene miedo. Hoy caminamos por su cuerpo, y después
sintió vergüenza de haberlo hecho.
Luego hizo lo mismo por el mío.
Su timidez y sus ganas de entrar en mí se enamoraron de mi cuerpo.
Es muy terrenal y trato de enseñarle a usar el cerebro; para eso usé
su alma.
No quiero que venga el odio porque tengo poco espacio. Deseo continuar
con el comienzo
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