Esa lágrima en mi oído,
es un sueño de Astor
hecha música.
Ese suspiro que respira
el bandoneón me hace acordar de vos,
ese aire que pasa por mi
cara me trae tu voz.
Esa flor de lino que me
regaló Homero
tiene tu mismo sabor.
Él le dictó a
Cátulo, y Don Pacheco escuchó
y cada vez que activa su
timbre,
tu figura se dibuja ante
mí.
Esos llantos de aquel
viejo violín
hacen brillar mis ojos y
estremecer mi corazón.
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